En la era actual, la exigencia hacia las marcas va más allá de la calidad de sus productos o servicios. Se les demanda tratar a sus trabajadores con respeto y dignidad, no solo por una cuestión de imagen, sino como un imperativo ético. Pero esto es solo el comienzo.
Se espera además que las marcas produzcan de manera sostenible, utilicen un lenguaje inclusivo, demuestren solidaridad, cercanía, accesibilidad y, además, sean capaces de conectar emocionalmente con su audiencia. Todo este conjunto de requisitos converge en una idea central: las marcas deben actuar con más humanidad.
Una humanidad que se espera que encarnen en cada interacción, en cada producto y en cada comunicación. Es el ingrediente vital que define su autenticidad y su compromiso con la sociedad.
La importancia de este factor humano debe quedar reflejado en cada aspecto del negocio, desde la ética laboral hasta las prácticas de producción sostenible y el compromiso con causas sociales. Eso debe estar grabado en el corazón de una marca, preocuparse por las personas, tanto dentro como fuera de sus operaciones.
En el mundo saturado de mensajes publicitarios, destacar y conectar con el público requiere más que simples eslóganes y promesas vacías. Es aquí donde entra en juego como gran protagonista del cambio esa humanidad. Cada marca debe hacer que suene y resuene su H.
Con ese objetivo, en El Factor H tratamos de guiar a las marcas hacia un futuro donde la humanidad está en el centro de su identidad y acción. Estamos convencidos de que es el camino hacia una relación más profunda y significativa con los empleados, los consumidores y todos los agentes que de un modo u otro toman contacto con la marca.
Hacer que suene la H no es otra cosa que ese sentimiento ético que debe imperar en las marcas sea real, consciente y a la vez visible para la ciudadanía.